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OdP-blanco

REGISTRO DE
POETAS 

ROSABETTY MUÑOZ / FLORENCIA SMITHS / SOLEDAD FARIÑA / DANIELA CATRILEO / ALEJANDRA GONZÁLEZ CELIS / VICTORIA RAMÍREZ / LAS BICHAS, CAMILA SULLIVAN Y ARIEL INOSTROZA / GLORIA DÜNKLER / VERÓNICA JIMÉNEZ / JULIETA MARCHANT / CONSUELO MARTÍNEZ / CARMEN AVENDAÑO / ROXANA MIRANDA RUPAILAF / MACARENA URZÚA / DAMSI FIGUEROA / GLADYS GONZÁLEZ

Proyecto de experimentación poético-musical que busca fusionar ambas disciplinas en un repertorio que se inscribe como propuesta en la tradición de las vanguardias de música y de poesía sonora, donde también concurren lo escénico y lo visual, conformando una experiencia estética compleja y pulsional, que se propone trabajar en la frontera de la música y la poesía, sin llegar a la canción, ni tampoco a la poesía sonora pura u obra indescifrable.

Rosabetty Muñoz
(Ancud, Chiloé, 1960)

Poeta y profesora, ha publicado entre otros poemarios Canto de una oveja del rebaño (1981), En lugar de morir (1987), Hijos (1991), Baile de señoritas (1994), Sombras en El Rosselot (2002), En nombre de ninguna (2008), Santo Oficio (2020) y las antologías Polvo de huesos (2012) y Misión circular (2020). El 2000 recibió el premio Pablo Neruda por su trayectoria y el 2013 el Premio Altazor por Polvo de huesos. Desde el 2014, es miembro correspondiente por Ancud de la Academia Chilena de la Lengua.

Ella misma define su poesía como situada, “comprometida y trenzada con la humedad del paisaje, con la textura de las palabras sureñas, con las vidas que nos antecedieron.” Se trata de una escritura densa, concentrada, en la que se perciben sedimentos de otras voces, muchas de ellas provenientes de recuerdos de la infancia, que dialoga con espacios y rituales de la vida cotidiana, y que se vincula muy estrechamente con la atmósfera y la cultura de su territorio de origen. Como escribió Adriana Valdés en su discurso de recibimiento en la Academia de la Lengua, en el caso de Rosabetty Muñoz ser chilota es “hacer una poesía que es el registro de una reserva, de un tesoro”, consistente no solo en “las formas lingüísticas, en los usos, que recogen y revitalizan ciertas voces ya arcaicas en otras latitudes”, sino también en el rescate de “un tesoro de pensamiento, de imaginación, de fabulación, que un mundo en vertiginoso cambio corre el riesgo de perder.” 

Rosabetty Muñoz ha sostenido un diálogo literario constante con la obra de Gabriela Mistral, a la que regresa siempre, pero su obra conversa también con autores tan diversos como Rimbaud, Parra, Huidobro, De Rokha, y en particular César Vallejo, así como con las voces de sus compañeros de generación en el Sur (Clemente Riedemann, Maha Vial, Jorge Torres, Sergio Mansilla, Mario Contreras, Ricardo Mendoza, Yanko González). Además de la importancia innegable de su trabajo como escritora, ha tenido un rol significativo en la formación de niños y jóvenes en su trabajo como profesora guía de talleres literarios.  

Aunque en la mayoría de su obra Rosabetty Muñoz trabaja con un verso breve, económico y conciso, los poemas escogidos para este registro incluyen dos textos en prosa (“Espesor del instante” y “Yo, piedra”) que se acercan al registro del relato y la memoria, y en los que la infancia no es tanto un espacio perdido que se evoca como una dimensión oculta del presente que el poema recupera. 

 

 

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